LA BIOLOGÍA DE SISTEMAS:
Tradicionalmente, los distintos niveles moleculares frente a los que van dirigidas cada una de las tecnologías ómicas, se han estudiado aplicando una visión reduccionista y de manera independiente a la hora de abordar las enfermedades, permitiéndonos alcanzar el conocimiento médico y científico actual. Sin embargo, aunque cada una de las ciencias ómicas, de manera aislada, ofrece mucha información, individualmente no pueden capturar toda la complejidad biológica derivada de las relaciones entre los distintos niveles moleculares.
En el campo de la salud las tecnologías ómicas permiten, no solo caracterizar los comportamientos de las células, tejidos y órganos a nivel molecular, profundizando en la comprensión integral tanto de las enfermedades como de los estados de salud, sino que además, a través de estrategias basadas en su uso, ayudan en el diagnóstico temprano y no invasivo de las enfermedades, en la elección del mejor tratamiento y en el planteamiento de nuevas estrategias de intervención preventiva, contribuyendo a establecer las bases para la aplicación de la hoy conocida como Medicina Personalizada de Precisión.
A esta compleja realidad molecular, se suma el hecho de que los niveles moleculares no sólo se relacionan entre sí, sino que también se relacionan con el medio que les rodea. En consecuencia, se ven afectados por factores externos como el exposoma (conjunto de factores “no genéticos” que contribuyen al fenotipo de un individuo, como los niveles de contaminación a los que está expuesto, la dieta o el consumo de tabaco), o el microbioma (la población global de microorganismos con sus genes y metabolitos que colonizan el cuerpo humano). Por lo tanto, analizar la información derivada de las ciencias ómicas de manera global permite una mejor comprensión de la fisiopatología y la contextualización de las enfermedades, para una mejor prevención, diagnóstico e instauración del tratamiento adecuado, basado en las diferencias interindividuales.
